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domingo, 5 de septiembre de 2010

Mi muñeca - By Schrei

“Todo lo que necesites, sólo yo lo puedo dar, todo lo que tú quieras, yo lo tengo…”
Llevaba mucho tiempo mirando por la ventana con un café en sus manos, hacia frio y eso le calentaba un poco. Él podía pasar horas ahí viéndolo a él.
Al que le había robado el corazón, al mismo que veía sufrir todos los días.
Deseaba hablarle, pero si lo hacía lo metería en problemas.
Todas las noches soñaba con besar sus labios.
Miraba atentamente sus movimientos, lo miraba tanto que no lograba entender cómo es que no se daba cuenta. Traía un trapo en las manos, limpiando la mugre que hubiese ahí.
Dejó tu taza de café al ver como el chico limpiaba sus ojos, probablemente limpiando una lágrima. Su corazón se rompió. Parecía un muñeco… uno con el que jugaron durante mucho tiempo y después lo dejaron sólo ahí, para lastimarlo y, de vez en cuando, recordar que se sentía jugar con él.
Se levanto tomando un abrigo más grueso y decidió ir a verlo.
Ni siquiera pensó en los problemas que lo metería.
Un escalofrío atravesó su cuerpo.
Llegó hasta la puerta e indeciso toco tres veces, escuchando su dulce voz.
—Hola —le saludó el chico confundido.
—Huh… hola —regresó el saludo sintiendo su cuerpo tambalear.
Tom no se atrevía a mirarlo a los ojos.
—¿Se te ofrece algo? —pregunto viendo el reloj de mano.
No quería ser descortés y maleducado, pero tampoco quería que ambos estuvieran en problemas.
—Sólo… sólo vine a ver cómo estabas —explicó con voz temblorosa.
Él había venido porque quería y necesitaba verlo.
El chico lo miro con el seño fruncido, sus labios se abrían tratando de articular alguna palabra, pero no lo logro.
—¿Quieres pasar? Te vas a congelar —murmuró.
Asintió y siguió a Bill. Su casa era bonita.
—¿Café? —ofreció viéndolo fijamente, poniéndolo nervioso.
—Sí, por favor —agradeció sonriendo.
Fue hasta la cocina, no sin antes haberle indicado que se pusiera cómodo. Nadie lo visitaba, y aunque no pareciera, estaba feliz de verlo a él. Preparó el café, ya tenía el agua lista, solo fue de echar el café y la leche.

Cargó con las dos tazas, al llegar vio como seguía de pie. Sonrió y le indicó que se sentara.
Esa sonrisa le dio la confianza de hacerlo.
—Gracias —dijo rozando sus dedos.
Le dio un sorbo, y no sabía qué hacer, de qué hablar… solo estaban ahí, disfrutando de su compañía.
Bill abrió sus labios y el timbre de la puerta interrumpió. Se disculpo con Tom y abrió la puerta, quedándose de piedra.
—Marco… —susurró. Ojalá Tom jamás hubiera ido.
Marco se apoderó de sus labios en un beso rudo y forzado, Bill no tuvo otra más que corresponderle. Lo separó y éste le vio molesto.
—Vamos a la cama Bill —le susurro lascivamente acariciando su trasero.
—No. No empieces Marco —Bill susurraba, no quería que el vecino escuchara.
—¡Dije que vamos a la cama, Bill!
Marco lo agarro del brazo bruscamente y lo metió a la fuerza, Bill trataba de aferrar sus pies al suelo, pero parecía inútil.
Tom desde donde estaba oía los pequeños gritos que Bill trataba de omitir. Sabía que el causante de todo era el estúpido de siempre.
Se levanto furioso, caminó hasta la entrada y volteó a la izquierda, ahí estaban. Bill tratando de zafarse de Marco, y éste besandole a la fuerza.
—¡Que lo dejes! —le grito furioso, acercándose. Marco al verlo, soltó a Bill dejándolo caer, Tom se molestó más.
Caminó hasta donde Tom y quería tomarlo de la camiseta, Tom fue más rápido y lo alejo de un manotazo. Hizo mara cala y corrió ayudarle a Bill.
Bill lloraba en el suelo, unos brazos lo rodearon y lo levantaron con delicadeza.
—Todo está bien —murmuró Tom en su oído.
Marco, se volvió a acercar y empujó a Tom.
—¿¡Este es el idiota que te estaba follando!? —escupió acercándose a Bill, quien se encogía y retrocedía hasta chocar con una pared.
Tom se levanto y le dio un puñetazo a Marco en la cara, luego lo tomo de la camisa.
—No te atrevas a volver hablarle así —amenazó dándole otro puñetazo, volteándole la cara y sacándole sangre.
—Eres una perra Bill —insultó a Bill que no sabía qué hacer, quedarse ahí, ir o correr a Tom.
—Marc, yo no… —empezó a decir, Tom lo interrumpió.
—No le des explicaciones —dijo viéndolo, Bill asintió—. ¡Si lo vuelves a tocar, te mato! —dijo por último dándole una patada.
Marco estaba un poco borracho. Cayó mareado al suelo y no se movió, Tom se fijó que se había dormido. Su vista se enfoco en Bill, que estaba parado y con la vista hacia abajo, unos mechones le tapaban parte de su cara.
“¿Necesitas un abrigo?, entre mis brazos estarás, ¿necesitas un camino?, yo lo pinto…”
—¿Estás bien? —le preguntó tratando de hallar su mirada y poniendo una mano en su hombro.
Bill asintió con la cabeza.
—Soy Tom —se presentó, aunque Bill ya sabía quién era.
—Gracias —murmuró aún con la vista baja.
Tom se moría por ver su rostro de cerca, mordió su labio nerviosamente. Su mano acarició la mejilla de Bill y sus dedos bajaron hasta su mandíbula, le hizo levantar la vista.
Sus mejillas estaban sonrosadas, el labio de Bill temblaba ligeramente y sus ojos se clavaban en los de él.
—Gracias… —volvió a murmurar aún más sonrojado que antes. Esos dedos en su piel, se sentían bien.
—Shh, está bien —le tranquilizó Tom al sentirle temblar, y se apresuró a rodearlo con sus brazos.
Bill se sentía bien.
Tan bien que rodeo la espalda de Tom con sus propios brazos. Bill pensó que eran como dos piezas de un rompecabezas.
Bill se separó de Tom.
—Siempre es así, luego… se le pasa —explicó Bill.
—¿Por qué no lo dejas? —preguntó sin poderse contener.
—Yo… no lo sé… tengo miedo —respondió nervioso, sintiéndose frágil.
Él era frágil, como un muñeco.
Bill se dejó caer en el suelo, rompiendo a llorar. Al instante, unos brazos lo rodearon brindándole protección.
Tom pensó que no era bueno seguir ahí. Lo levanto con una mano en su cintura, Bill correspondió colgándose de su cuello.
Entraron a su casa y Tom lo ayudo a incorporarse en el sofá.
Las lágrimas seguían presentes en Bill, Tom estaba desesperado porque se fueran…
—Bill…
—Lo siento… —se disculpó limpiando sus ojos.
—Está bien. Llorar está bien, hacerlo por él no, ¿qué pasa? —se acercó más a él acariciando sus mejillas húmedas.
—No lo sé, lo amo —contestó dolido en un suspiro.
A Tom se le quebró el corazón. Su muñeco amaba al monstro, un nudo se formó en su garganta impidiéndole hablar. Sus manos abandonaron la piel del menor.
—Creo que lo amo. Por eso lo… soporto —siguió hablando al presentir que Tom no diría nada—. Es amor… —Tom carraspeó deshaciéndose del nudo.
—Soportas todo por amor… tenemos algo en común —suspiró pensando que él soportaba verlo sufrir todos los días, porque lo amaba.
Bill pensó que el corazón de Tom estaba ocupado, sin sospechar que era él quien vivía ahí. Día y noche.
—Eso creo… ¿estás enamorado? —pregunto Bill viéndolo fijamente a los ojos, Tom tembló.
—Perdidamente —contestó bajando la mirada, quizás Bill se diera cuenta que era él.
Y ya no había palabras.
Un silencio los atrapó, era incomodo… Tom quería hablar, Bill quería hablar.
“Mi muñeca está llorando, pero yo no sé porque, ¿será que no me quiere?... no me quiere”
—Te amo —confesó Tom en un susurró, rogando que Bill no lo escuchará.
Levantó la vista encontrándose con Bill cerca de su rostro.
Tom aprovechó, junto sus labios con los de él, apretando sus labios con una mano en su cuello, suspirando y moviendo sus labios.
Bill suspiró entre el beso.
—Te amo —volvió a decir Tom separando sus labios, sintiendo el aliento de Bill entrar por sus labios.
Bill atrapó los labios de Tom por un segundo.
—Lo amo a él —aclaró abrazando a Tom.
Sabía que se sentía no ser correspondido, pero él no quería ilusionarlo más.
—Lo sé… lo siento —los ojos de Tom derramaron lágrimas. Bill las vio sintiéndose culpable.
—No llores Tomi —le pidió abrazándose más a su cuerpo.
Bill estaba arriba de Tom a lo largo del sofá, aferrado a su cuello y Tom a su cintura.
—Una sola mirada me basto para amarte, un solo beso me hizo tocar el cielo… una sola frase me hizo ilusionarme y un acto me hizo enamorarte… —dijo Tom a su oído—. Me amas, me lo acabas de demostrar… lo siento Bill, puedo sentir los nuevos latidos de tu corazón, que en vez de latir por él, laten por mí, por tu nuevo amor.
—Es mentira, siempre ha latido así por él.
—Entonces dime que no me amas y mírame a los ojos, niega que deseas mis labios sobre los tuyos —le pidió acariciando su cintura por encima de la tela.
—Yo sólo puedo asegurarte una cosa —dijo Bill apoyándose en sus manos mirando sus ojos—: Deseo tus labios sobre los míos, bésame y… enamórame.
Tom dejo su cintura y tomo su rostro entre sus manos, Bill cerró los ojos separando los labios.
—Ya lo hice —dijo contra sus labios antes de besarlos lentamente.
Se inclino, levantando a Bill, recostándolo y quedando arriba de él. Dejo de besar sus labios y ataco su cuello, cerrando sus labios en la piel de ahí.
—Te…amo —dijo Bill suspirando, mientras sus manos acariciaban la cabeza de Tom.
—Te deseo —le respondió Tom besándolo nuevamente.
“¿Necesitas un amigo? aquí yo mero estaré, pero te pido que me mates. Mátame”

Bajó por su cuello, besándolo mientras sus dedos jugaban con el borde de su playera, la levanto y se sorprendió al ver la estrella de su cadera. Bill gimió al sentir su lengua delineando su estrella.

—Tomi… No —le frenó cuando Tom acaricio su entrepierna por encima de los pantalones.

—Shhh, amigo —Tom subió su mano derecha hasta la cara de Bill, pasó un dedo por sus labios y Bill los abrió dejándolo entrar

Esa no era la intención de Tom.

Tom bajó sus pantalones y beso la creciente erección de Bill, bajó sus bóxers y acarició su miembro, haciéndolo jadear.

—Muñeco —su aliento choco contra el miembro de Bill.

Se lo metió a la boca, Bill tembló y levanto más sus caderas, Tom se lo chupó hasta que termino en su boca, Bill se sonrojó.

—¿Esto fue sólo sexo? —le pregunto Bill incorporándose, hasta quedar recostado en su pecho.

Tom lo abrazó y besó sus cabellos.

—Fue un acto de amor, muñeco, yo jamás jugaré contigo —Tom abrió su corazón.

Bill lo sintió, su corazón se acelero y besó a Tom.

Lo había enamorado.

—Lo mismo me dijeron, y ahora estoy aquí, con un “extraño” que me ama… y que me acaba de enamorar… ¿realmente no jugaras conmigo? Porque te amo —Tom sonrió.

—No eres mi juguete, eres mi muñeco al que quiero conservar toda la vida, ¿me entiendes? Te amo.

—Tengo que irme —avisó tratando de levantarse—. Tomi, es enserio, tengo que irme —dijo al ver que Tom no estaba dispuesto a dejarlo ir.

—¿Por qué?

—Él es mi novio, tengo que hacerlo feliz ¿sabes? —su respuesta fue tan obvia y errónea.

—¡Seguirás siendo su juguete! —explotó tratando de mantener la calma.

—Soy su juguete —aceptó Bill llorando, se levanto y acomodo sus ropas.

—Mátame, cuando me necesites… sólo, mátame —a veces Tom decía cosas muy confusas, que Bill entendió.

Cuando él lo necesitara lo mataría de amor, besaría sus labios sedientos de él y su corazón latiría por él.

—Lo haré.

***
¿Sabes quién fue?, tal vez ¿Porqué ella lloró?, nadie la hizo llorar. Yo la quiero, mas no quiero verla feliz.

Después de aquella vez, Tom lo volvió a ver, lo volvió a amar… mientras el otro volvió a jugar.

—Tomi, lo hizo, otra vez —sollozaba en su cuello.
—Te lo dije muñeco —le reprendió.

—Quiero ser tuyo, tu juguete… tu muñeco

—Eres mío

—No juegues conmigo, Tomi. Sólo hazme feliz…

—¿Quién te hizo llorar?

—Nadie, más que yo… y así era feliz…

—Entonces no quiero hacerte feliz, quiero que estés conmigo, muñeco —besó su frente, su nariz y llego a sus labios.

Fue ahí donde él encontró al amor de su vida, donde no jugarían con él y donde siempre estaría en su corazón.

Bill esperaba no convertirse en su juguete y ser lo que siempre quiso ser: su muñeco.

Basado en la cancion Mi muñeca de pxndx (panda). 

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